Participación ciudadana, co-creación y evolución del mono al hombre

Por Luis Rubalcaba, Catedrático de la Universidad de Alcalá

La participación ciudadana se está convirtiendo en uno de los temas estrella entre los hacedores de políticas públicas, especialmente en ayuntamientos. La existencia de presupuestos participativos es seguramente el ejemplo más extremo de la búsqueda de que los ciudadanos tomen decisiones que conlleven implicaciones presupuestarias de relieve. Y ciertamente es muy necesario que los ciudadanos pueda participar en los procesos de diseño de políticas con sus administraciones. Pero la implementación de las acciones de participación a veces adolece de problemas que vienen de confundir participación con co-creación, términos que no resulta fácil distinguir adecuadamente.

Antes de Semana Santa, el proyecto europeo Co-VAL sobre innovación en el sector público celebró su reunión en Atenas, Grecia, a la que acudí y tuve la ocasión de abrir el panel de expertos con una intervención sobre el significado del concepto de co-creación. El día anterior acudí a una discusión entre colegas muy interesante sobre lo que es co-creación y lo que no. Había quien defendía un concepto de co-creación muy amplio, que en última instancia, podría equipararse a realizar cualquier actividad de trabajo con otros. Trabajar con alguien o trabajar para alguien, lo que hace todo el trabajo, tiene una dimensión co-creadora ciertamente. Un voluntario que trabaja en una ONG o un trabajador que hace lo que le mandan sus superiores en una empresa o una administración, ambos se implican en una actividad que pueden potencialmente co-crear con otros trabajadores o con los clientes o usuarios. Pero, el trabajar con otros, ¿es esto co-creación? Mi opinión personal es que no, o no en todos los casos. Bajo ciertas condiciones el caso de los voluntarios en una ONG, al igual que muchos otros, sí podría ser co-creación, aunque no per se;co-crear requiere un paso más que atañe a la finalidad y a la conciencia.

Tras este debate, en Atenas recordé al gran antropólogo del instituto Max Plank Michel Tomasello. Con sus investigaciones y experimentos ha concluido que los que diferencia al ser humano del ser animal (son famosos sus experimentos con simios) no es la capacidad para trabajar con otros ni de trabajar para alguien. Esto también lo hacen los animales cuando van a cazar o buscan alimentarse. La diferencia está en lo que Michael Tomassello llama “intencionalidad compartida”, es decir, la capacidad para ponerse en la posición del otro y obrar en consecuencia: “The crucial difference between human cognition and that of other species is the ability to participate with others in collaborative activities with shared goals and intentions: shared intentionality….It is inconceivable that you would ever see two chimpanzees carrying a log together., Michael Tomasello,Max Plank Institute.

El ser humano es el único capaz de actuar en beneficio del otro más allá de sus propios intereses inmediatos y de los de su clan jerárquico. En este sentido, el trabajo, lucrativo o no lucrativo, puede ser plenamente humano cuando integra las necesidades de todos aquellos a los que sirve el trabajo y busca su cumplimiento. En este contexto, co-crear puede definirse como un acto en el que el propio trabajo es definido de manera conjunta, con plena intencionalidad compartida, por dos o más actores, desde su origen. Si no está en el origen, se puede hablar de “co-trabajo” o “co-desarrollo”, pero no co-creación.

En el sector público hoy se habla mucho de participación ciudadana, pero esto no es necesariamente co-creación. Los ciudadanos pueden participar en el sector público de muchas maneras y con muchas y diferentes intenciones. Y a veces se toman decisiones erróneas en áras de sacar pecho ante la participación de un 2% de los ciudadanos. Fomentar la participación es un tema muy importante y delicado del que hablaremos otro día. Creo que hay que fomentar realmente una mayor y mejor participación ciudadana, como parte del progreso social de nuestras democracias, y de ello hablaré otro día. Pero hay que hacerlo buscando, al mismo tiempo, mejora las opciones para co-crear, que supone un estadio superior.

Mi objetivo hoy ha sido circunscribir la co-creación a un proceso donde la propia actividad se co-define, se co-crea. La co-creación es un paso superior de la evolución del trabajo humano, que debe ser bien entendido. Trabajar con otros o para otros, y participar en procesos de otros o para otros, es fundamental para crecer como sociedad, pero también lo hacen las comunidades animales como las de los monos. Co-crear implica un cierto nivel de coparticipación en aras de una intencionalidad compartida no reducible a un esquema asimétrico de una de las partes. Estamos en la edad del hombre y en pleno desarrollo evolutivo.

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