Por Luis Rubalcaba, Catedrático de la Universidad de Alcalá
Esta es la primera entrada a mi blog personal que he denominado “Innovación, empresa y sociedad”. En mi blog pretendo informar y opinar sobre temas de innovación y en lo que afecta a las personas en su trabajo y, por ende, a la sociedad. La innovación hoy ya está dejando de ser un lujo al que podían acceder unos pocos afortunados que vivían en la frontera del conocimiento y la tecnología, para ser una necesidad para todos aquellos que quieren subirse al caballo ganador del cambio y dinamismo socioeconómico. Steve Jobs decía que la innovación marca la diferencia entre ser un líder y ser un seguidor. Pero incluso para ser un seguidor hay que tener ciertas habilidades para captar, absorber y adaptar la tecnología y el conocimiento existente. Sin cierta capacidad de habérselas con la innovación, no es posible ni siquiera ser un buen seguidor de los que lideran los avances. Por ello muchos hablan de “innovar o morir”.
El mundo actual no es una época cambios, sino más bien un cambio de época, como se ha señalado desde diferentes perceptivas de la historia, la antropología y la filosofía. Desde el ángulo estrictamente económico, son muchos los que dicen que estamos asistiendo a una nueva revolución posindustrial, una revolución de la información donde el mapa del mundo ha sido transformado por internet, la globalización y los avances en el tratamiento de la información. Todo ello ha coincidido en un desarrollo sin parangón desde el año 2000, y con particular fuerza en los últimos años. Son tantos los cambios y los retos que todos tenemos la tentación de asistir como espectadores ante tal cantidad de fenómenos que nos pasan por delante: las tecnologías de inteligencia artificial y machine learning, el block chain y el big data, la industria 4.0 y la servitización, términos cada vez más omnipresente presente en la actividad económica. Pareciera que fuera un ciclón donde lo mejor es agarrarse a lo que ya sabemos o esperar a que alguien nos ayude a cruzar o a que podamos situarnos en una zona de confort al abrigo de tantos cambios.
Pero existe una alternativa: ser protagonistas de este momento histórico, mirarlo a la cara, conocerlo bien y usarlo para el desarrollo personal y profesional, propio y del mundo que nos rodea. Este es el reto de la innovación: que nuestro trabajo sea creativo, dinámico, capaz de liderar y de responder a las necesidades sociales. La innovación es, ni más ni menos, una forma para conseguir vivir el trabajo de una nueva forma. No pensemos que todas las innovaciones generan el mismo efecto ni que todas las innovaciones son buenas. Las innovaciones son buenas y generan el máximo efecto si el trabajo de las personas utiliza del conocimiento y de la tecnología para desarrollar al propio trabajador y al mundo en el que se desenvuelve. La innovación puede permitir enlazar el trabajador con el mundo entero en la aventura de crecer, de producir, de contribuir al bienestar. ¿Te apuntas?